martes, 26 de febrero de 2013

MAMÁ CUENTACUENTOS: EL BARCO DEL PIRATA TUERTO


Érase una vez una vez un pirata malo. Con una pata de palo, un parche en un ojo –por eso le llamaban “El Tuerto”-, un barco y un loro. El pirata malo estaba solo y vivía en su barco pirata con su loro. Un día le pasó algo extraordinario: encontró un plano que decía dónde estaba escondido un gran tesoro. Porque a las personas malas a veces les pasan cosan buenas…
Como el pirata tuerto estaba solo no podía lanzarse a la aventura para ir a buscar el tesoro a la isla lejana que indicaba el plano, así que colocó carteles por toda la ciudad:

“Necesito 15 hombres fuerte, valientes y que no tengan miedo de las aventuras y los peligros para embarcar con el “El Tuerto”. Si volvemos vivos a la ciudad serán recompensados con una moneda de oro”.

La verdad es que una sola moneda de oro era bastante como para dar de comer a una familia durante un año, así que todos los hombres valientes de la ciudad decidieron apuntarse a la aventura de “El Tuerto”,aunque parecía peligrosa…
Al día siguiente, “El Tuerto” había elegido los quince hombres más fuertes y habían conseguido un cargamento de comida para un mes entero. El pirata también había comprado unos barriles enormes de ron. Parece ser que a los piratas les gusta mucho el ron y el pirata malo quería que estuviesen contentos.

Zarparon en seguida y pusieron rumbo a la misteriosa y lejana isla que indicaba el plano. Sólo “El Tuerto” sabía que iban en busca de un tesoro que podía convertirlo en el hombre más rico del mundo. Los demás hombres tan sólo disfrutaban de la aventura y del mar. Y soñaban con la moneda de oro que ganarían.
Pero a mitad de camino se desencadenó una terrible tormenta. La tormenta más brutal que puede estallar en medio del océano, con aire huracanado, lluvia torrencial y olas gigantes. Todos los hombres comenzaron a recoger las velas, a guardar los utensilios de cubierta y a vaciar toda el agua que entraba en el barco para no naufragar. Las olas eran terribles, pero ninguno tenía miedo. El barco se movía peligrosamente y podían caer al mar, pero ninguno se escondió. Los truenos caían en la cubierta del barco y podían quemar la madera y achicharrar a más de uno, pero todos lucharon sin quejarse. Cuanto más fuerte se hacía la tormenta, más fuertes se hacían los hombres. Y sucedió que la tormenta paró. Salió el sol y las olas se calmaron. Y el aire se convirtió en una brisa amable. Los hombres gritaron de alegría porque habían vencido al mar más bravo y ninguno había  sufrido daños. ¡Hasta el loro estaba bien!
“El Tuerto” pensó que su elección había sido fantástica. Realmente eran los hombres más valientes que había conocido jamás, así que decidió sacar los barriles de ron y repartir la bebida para celebrar su valentía y su trabajo. Y los piratas, bebiendo ron y contentos de alegría comenzaron a cantar:

Ron, ron, ron, la botella de ron.
Quince piratas en el barco de “El Tuerto”
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Lucharon contra truenos, mareas y vientos.
Ron, ron, ron, la botella de ron.

Y mientras bebían y cantaban, de repente, el hombre vigilante desde el palo mayor comenzó a gritar: ¡Tierra, tierra! ¡Tierra a la vista!
Allí estaba la isla del plano. Había aparecido delante de ellos como por arte de magia y aún se sintieron más contentos por haber completado su misión.
El pirata malo bajó sólo a la isla y llevó el plano escondido en su bolsillo. Si no encontraba el tesoro no podría pagar ninguna moneda de oro a los hombres que iban con él. Y eran realmente valientes, así que podían matarlo si no cumplía su promesa. “El Tuerto” deseó que aquel plano fuera auténtico y sólo por una vez, tuvo miedo. Porque algunas veces, las personas valientes también tienen miedo.
Siguió las indicaciones del plano misterioso y… ¡Efectivamente! Debajo de aquella palmera en medio de la isla había un tesoro. El más fantástico y completo que nunca había visto.
Lo llevó al barco y dio la orden de volver a casa. Todo había salido bien. Muy bien. Fantásticamente bien. Y mientras navegaban hacia casa, el pirata malo se puso a pensar en su camarote. En realidad nunca pensaba mucho. No le gustaba. Era un hombre de acción, claro, pero aquel viaje le había impresionado. Sobretodo la valentía de aquellos hombres y su extraña buena suerte. Y como las personas malas a veces hacen cosas buenas, decidió hablar con la tripulación:

-Piratas –dijo-, tengo que daros una noticia: no voy a daros una moneda de oro a cada uno. Ya sé que lo prometí, pero algo me ha hecho cambiar de opinión.

Algunos hombres empezaron a ponerse nerviosos y parecía que estaban enfadándose. ¡Cómo no iba a cumplir la promesa después de todo lo que habían pasado!

Y “El Tuerto” prosiguió:
-Después de todo lo que hemos pasado, no voy a cumplir mi promesa porque he decidido daros a cada uno… ¡diez monedas de oro!

 

Aquello fue impresionante. Todos los hombres comenzaron a lanzar sus sombreros al aire, a reír y cantar. Abrieron más barriles de ron y empezaron una fiesta cantando su canción favorita:
  
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Quince piratas en el barco de “El Tuerto”
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Lucharon contra truenos, mareas y vientos.
Ron, ron, ron, la botella de ron.
  
Imaginaros la cara de sus familias cuando llegaron a la ciudad. Con ese dinero serían ricos. Por su valentía y su trabajo. Y también por que el pirata malo se sintió un poquito bueno por un momento. Aunque luego siguió siendo malo y protagonizó otros cuentos, pero eso son otras historias.

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado y por la chimenea del pentagrama se ha esfumado.

Cuento escrito por Cristina Perales

Gracias a Cristina por compartir un ratito con tod@s l@s piratas de la Clase de Música. Nos encantó tu visita.

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