Érase una vez una vez un pirata malo. Con
una pata de palo, un parche en un ojo –por eso le llamaban “El Tuerto”-, un
barco y un loro. El pirata malo estaba solo y vivía en su barco pirata con su
loro. Un día le pasó algo extraordinario: encontró un plano que decía dónde
estaba escondido un gran tesoro. Porque a las personas malas a veces les pasan
cosan buenas…
Como el pirata tuerto estaba solo no
podía lanzarse a la aventura para ir a buscar el tesoro a la isla lejana que
indicaba el plano, así que colocó carteles por toda la ciudad:
“Necesito 15 hombres fuerte, valientes y
que no tengan miedo de las aventuras y los peligros para embarcar con el “El
Tuerto”. Si volvemos vivos a la ciudad serán recompensados con una moneda de
oro”.
La verdad es que una sola moneda de oro
era bastante como para dar de comer a una familia durante un año, así que todos
los hombres valientes de la ciudad decidieron apuntarse a la aventura de “El
Tuerto”,aunque parecía peligrosa…
Al día siguiente, “El Tuerto” había
elegido los quince hombres más fuertes y habían conseguido un cargamento de
comida para un mes entero. El pirata también había comprado unos barriles
enormes de ron. Parece ser que a los piratas les gusta mucho el ron y el pirata
malo quería que estuviesen contentos.
Zarparon en seguida y pusieron rumbo a la
misteriosa y lejana isla que indicaba el plano. Sólo “El Tuerto” sabía que iban
en busca de un tesoro que podía convertirlo en el hombre más rico del mundo.
Los demás hombres tan sólo disfrutaban de la aventura y del mar. Y soñaban con
la moneda de oro que ganarían.
Pero a mitad de camino se desencadenó una
terrible tormenta. La tormenta más brutal que puede estallar en medio del
océano, con aire huracanado, lluvia torrencial y olas gigantes. Todos los
hombres comenzaron a recoger las velas, a guardar los utensilios de cubierta y
a vaciar toda el agua que entraba en el barco para no naufragar. Las olas eran
terribles, pero ninguno tenía miedo. El barco se movía peligrosamente y podían
caer al mar, pero ninguno se escondió. Los truenos caían en la cubierta del
barco y podían quemar la madera y achicharrar a más de uno, pero todos lucharon
sin quejarse. Cuanto más fuerte se hacía la tormenta, más fuertes se hacían los
hombres. Y sucedió que la tormenta paró. Salió el sol y las olas se calmaron. Y
el aire se convirtió en una brisa amable. Los hombres gritaron de alegría
porque habían vencido al mar más bravo y ninguno había sufrido daños. ¡Hasta el loro estaba bien!
“El Tuerto” pensó que su elección había
sido fantástica. Realmente eran los hombres más valientes que había conocido
jamás, así que decidió sacar los barriles de ron y repartir la bebida para
celebrar su valentía y su trabajo. Y los piratas, bebiendo ron y contentos de
alegría comenzaron a cantar:
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Quince piratas en el barco de “El Tuerto”
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Lucharon contra truenos, mareas y
vientos.
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Y mientras bebían y cantaban, de repente,
el hombre vigilante desde el palo mayor comenzó a gritar: ¡Tierra, tierra!
¡Tierra a la vista!
Allí estaba la isla del plano. Había
aparecido delante de ellos como por arte de magia y aún se sintieron más
contentos por haber completado su misión.
El pirata malo bajó sólo a la isla y
llevó el plano escondido en su bolsillo. Si no encontraba el tesoro no podría
pagar ninguna moneda de oro a los hombres que iban con él. Y eran realmente
valientes, así que podían matarlo si no cumplía su promesa. “El Tuerto” deseó
que aquel plano fuera auténtico y sólo por una vez, tuvo miedo. Porque algunas
veces, las personas valientes también tienen miedo.
Siguió las indicaciones del plano
misterioso y… ¡Efectivamente! Debajo de aquella palmera en medio de la isla
había un tesoro. El más fantástico y completo que nunca había visto.
Lo llevó al barco y dio la orden de
volver a casa. Todo había salido bien. Muy bien. Fantásticamente bien. Y
mientras navegaban hacia casa, el pirata malo se puso a pensar en su camarote.
En realidad nunca pensaba mucho. No le gustaba. Era un hombre de acción, claro,
pero aquel viaje le había impresionado. Sobretodo la valentía de aquellos
hombres y su extraña buena suerte. Y como las personas malas a veces hacen
cosas buenas, decidió hablar con la tripulación:
-Piratas –dijo-, tengo que daros una
noticia: no voy a daros una moneda de oro a cada uno. Ya sé que lo prometí,
pero algo me ha hecho cambiar de opinión.
Algunos hombres empezaron a ponerse
nerviosos y parecía que estaban enfadándose. ¡Cómo no iba a cumplir la promesa
después de todo lo que habían pasado!
Y “El Tuerto” prosiguió:
-Después de todo lo que hemos pasado, no
voy a cumplir mi promesa porque he decidido daros a cada uno… ¡diez monedas de
oro!
Aquello fue impresionante. Todos los
hombres comenzaron a lanzar sus sombreros al aire, a reír y cantar. Abrieron
más barriles de ron y empezaron una fiesta cantando su canción favorita:
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Quince piratas en el barco de “El Tuerto”
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Lucharon contra truenos, mareas y
vientos.
Ron, ron, ron, la botella de ron.
Imaginaros la cara de sus familias cuando
llegaron a la ciudad. Con ese dinero serían ricos. Por su valentía y su
trabajo. Y también por que el pirata malo se sintió un poquito bueno por un
momento. Aunque luego siguió siendo malo y protagonizó otros cuentos, pero eso
son otras historias.
Y colorín, colorado este cuento se ha
acabado y por la chimenea del pentagrama se ha esfumado.
Cuento escrito por Cristina Perales
Gracias a Cristina por compartir un ratito con tod@s l@s piratas de la Clase de Música. Nos encantó tu visita.
Gracias a Cristina por compartir un ratito con tod@s l@s piratas de la Clase de Música. Nos encantó tu visita.
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