miércoles, 3 de abril de 2013

Algunas cosas que quisiera que nunca olvidaran los maestros de mis hijos


Rocío Mayoral 11/03/2013 (06:00)

Manuel ha sido maestro toda la vida. Uno de los buenos; querido por los alumnos y respetado por los padres. Hace poco comentó: “Cuando era maestro me hubiese gustado saber muchas de las cosas que se saben hoy. Seguramente hubiese educado de forma distinta”. Yo no estoy segura. Sin saberlo, hizo mucho de lo que hoy la ciencia ha mostrado como determinante en la educación de un niño. 

Pero en algo tiene razón. La investigación reciente nos está ofreciendo un conocimiento fascinante acerca de cómo aprende el cerebro. Ese saber está transformando la forma de entender la educación. Pero ¿ha cambiado de igual manera la forma de enseñar o seguimos haciéndolo como hace 50 años? Considérenlo ustedes. Desde aquí exponemos tan sólo algunos de esos hallazgos. Hoy ningún padre ni maestro debiera dejar de conocerlos.
Conocimientos que han transformado la forma de entender la educación
1. El cerebro humano goza de extraordinaria plasticidad. Su estructura y funcionalidad puede cambiar a lo largo de la vida.
Este descubrimiento ha sido confirmado experimentalmente hace menos de 10 años. Es un hallazgo revolucionario ya que confirma que las capacidades humanas no están predeterminadas y se pueden mejorar a través de la experimentación y la práctica regular.
Y es que hemos conocido que a través de las vivencias y el ejercicio de las funciones cognitivas, podemos reconfigurar nuestra red neuronal. Según esto cualquier alumno puede mejorar, si se trabaja con él de forma adecuada; incluso aquellos con dificultades de aprendizaje. Así lo han demostrado numerosos estudios, como los realizados por Temple con disléxicos y muchos otros realizados con hiperactivos. Todos confirmaron que tras un tiempo de entrenamiento es posible compensar dificultades, dentro de un margen, e incrementar la actividad cerebral de las áreas afectadas. Una buena noticia.
Esto hace de la buena educación algo esencial para la vida. Hoy sabemos que un aprendizaje activo puede cambiar la funcionalidad del cerebro, desarrollar mejores capacidades y ayudar a compensar déficits. Hallazgos tan relevantes debieran hacernos desterrar definitivamente la educación academicista y apostar con fuerza por una escuela centrada en la actividad, la práctica y el trabajo real de competencias. En los últimos tiempos empezamos a dar pasos en esa dirección… pero aún falta mucho por hacer. 
2. Las emociones son un aspecto clave en el aprendizaje.
Para A. Damasio, un referente en el campo de las neurociencias, no hay duda: “los procesos emocionales y cognitivos son inseparables”. Y es que recientemente se ha demostrado la gran trascendencia que tiene hacer del aprendizaje una experiencia positiva. 
Estudios como los realizados por Erk en 2003 o la Fundación Botín en 2008 con más de 500.000 estudiantes, confirmaron que al trabajar emociones regularmente, se mejora el rendimiento académico; también la motivación, atención, memoria, razonamiento, relaciones y disciplina. Cae por su propio peso: Los programas de educación emocional son imprescindibles en la escuela. Mucho más de lo que pensábamos. Algunos colegios ya trabajan con ellos. Pero hasta que en nuestro país estén generalizados, queda aún un camino bastante largo. 
3. Los grandes beneficios de aprendizaje social
Aprender a cooperar. ¿Alguien duda hoy en día de la importancia que este aprendizaje para desenvolvernos en la vida? La escuela academicista ha vivido mucho tiempo de espaldas a esta realidad. Un grave error y más tras conocer el papel de las neuronas espejo y la enorme influencia que las interacciones sociales tienen en el aprendizaje.
Pero hoy sabemos que trabajar en grupo mejora la convivencia, la empatía y el altruismo. Y por si fuera poco, Willis y otros demostraron que al colaborar, mejora la memoria, la conexión entre sistema límbico y lóbulo frontal y reduce la ansiedad. Sin duda, la escuela debe enseñar a cooperar y a comunicarse. En nuestro país algunos colegios empiezan a apostar por métodos de aprendizaje colaborativo. Pero aún son pocos. Otros países nos llevan una clara delantera.
4. La enseñanza puede y debe convertirse en algo lúdico. El juego multiplica el rendimiento.
Hoy todos debiéramos saber que presentar los contenidos de forma lúdica no solo es algo placentero, sino que además potencia de manera asombrosa el aprendizaje.
Muchos estudios lo demuestran. Colom y Quiroga comprobaron que jugar 16 horas en un mes aumenta la materia gris y mejora las conexiones cerebrales entre hipocampo y corteza prefrontal. Así, se potencia la memoria, la comprensión y el razonamiento. Pero además hace que se libere dopamina. Esto genera bienestar, curiosidad y motivación y convierte el aprendizaje en algo placentero. ¿Hacen falta muchos más argumentos? Estos datos muestran que el juego debe mantenerse como herramienta didáctica de primer orden; sin importar la edad. Pero aún debemos replantearnos muchas cosas: Un juego de ordenador, mesa o estrategia puede beneficiar más al aprendizaje que los deberes; la ciencia lo ha confirmado.
5. El ejercicio físico mejora el aprendizaje
La práctica habitual de una disciplina artística, mejora la inteligencia global, la lectura y las matemáticas ¿Tienen sus hijos tiempo para hacer deporte o deben dedicar toda la tarde a estudiar? Si es así, tal vez debiera saber que se ha demostrado que la práctica regular de ejercicio físico aporta oxígeno al cerebro y optimiza su funcionamiento. Además genera noradrenalina y dopamina, neurotransmisores implicados en la atención, la memoria y en los mecanismos de recompensa del cerebro. Por eso, el ejercicio mejora el ánimo y reduce el estrés; mejora la capacidad de esfuerzo y la convivencia.
Está claro. La práctica deportiva debiera ser un pilar en el sistema educativo. Algunos países hace tiempo que no albergan ninguna duda al respecto. La ciencia tampoco. Pero en España aun son pocos los que logran hacer deporte regular a partir de Secundaria. ¿Estudios y entrenamiento entre semana?: incompatible. Una pena. 
6. La educación artística mejora la inteligencia y la actividad del cerebro
¿Es para usted la plástica o la música una asignatura menor? ¿Potencia en sus hijos la expresión artística? De ser así, debiera saber que las artes activan áreas cerebrales que no se activan normalmente con otras actividades. Además numerosos investigadores como Posner, Wandell demostraron que la práctica habitual de una disciplina artística, mejora la inteligencia global, la lectura, las matemáticas y competencias socioemocionales. 
Pero sobre todo se potencia la creatividad: capacidad determinante en el desarrollo intelectual, el éxito personal y el equilibrio emocional. Una escuela que educa en inteligencias múltiples y potencia la capacidad creativa, piensa realmente en el futuro de sus alumnos ¿Sigue pensando que la plástica, música, teatro o baile son asignaturas menores? 
Educar es una tarea difícil que nos corresponde a todos: a la escuela y también a la familia. Pero parece que durante mucho tiempo hemos perdido de vista que la mejor educación no es la que nos hace saber más, sino la que nos dota de competencias para aprender y de recursos para desenvolvernos en la vida. Puede que después de todo, haya que agradecer a la ciencia que redirija nuestra mirada hacia lo que de verdad importa a la hora de educar. No todos lo tienen tan claro como creen. Ojalá el conocimiento nos sirva de impulso para llevar a la educación en la dirección correcta. Nos hace falta.



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